Pero a pesar de ello, Barranquilla es una ciudad rica en historia. Esta capital fue una de las que más aportó a la lucha de independencia de Colombia y desde finales del siglo XVIII se proyectaba con mucha más fuerza y posibilidades hacia el futuro a diferencia de otras poblaciones de la región; para ese entonces, la capital del Atlántico se convirtió en una capitanía por su posición geográfica a orillas del río Magdalena y muy cerca de su desembocadura; esto determinó la multiculturalidad que la caracteriza.

Cuando surgió en el siglo XVII, era “un lugar de los libres”, es decir, un pueblo donde personas de todas las razas podían vivir para intercambiar bienes y servicios. En esa época de esclavitud, había muchos pueblos blancos o pueblos indígenas.

Hoy la ciudad cuenta con una de las mejores gastronomías del país gracias a esta mezcla de razas. En Barranquilla se encuentran fusiones entre la cocina caribeña, europea, africana y árabe, lo que cautiva a todos los barranquilleros y extranjeros que visitan la ciudad.

El folklore también es parte de lo esencial de Barranquilla: danzas de orígenes remotos con más de 500 años de historia arraigaron en la ciudad, fusiones de sonidos realizados con instrumentos de América, Europa y África, que se mezclan para recordar sonidos ancestrales y generar nuevos ritmos y géneros, que encuentran en el Carnaval de Barranquilla su principal escenario para mantenerse en el tiempo.

Barranquilla, declarada la Capital Americana de la Cultura de América en el 2013, por el Bureau Internacional de Capitales Culturales, cuyo fin es el de promover internacionalmente ciudades capitales culturales, se constituye como la ciudad cuna de las más arraigadas expresiones y manifestaciones culturales del Caribe colombiano. La música, las danzas tradicionales y contemporáneas, la gastronomía, las costumbres, su gente y los sitios históricos convierten a esta ciudad en un lugar mágico lleno de riquezas por descubrir.